Álvaro Obregón D.F.
7 de diciembre de 2002
‘Buddha matrix’. Dice el mantra en mi sueño. Y al escucharlo, tomo conciencia de estar soñando.
- Puedo hacer lo que quiera.
Cambio el escenario y ahora me encuentro en una universidad desierta. Vuelo, se me dificulta al principio, pero hago un gran esfuerzo mental y me levanto como a un metro del suelo. Vuelo más rápido, y hasta puedo hacer acrobacias en el aire. Pero no dejo de hacer un enorme esfuerzo de concentración.
De repente el escenario vuelve a cambiar, pero esta vez sin que yo lo desee, y ahora es casi de noche y estoy en alguna escuela primaria de mi infancia. Mi cuerpo ha cambiado, y ahora tengo el cuerpo de un niño de ocho años. Aún puedo volar. Una maestra me sorprende volando, y me grita para que me detenga, y pierdo conciencia de estar soñando, dejo de volar, corro y brinco la malla metálica, hacia la calle, doy vuelta a la derecha en la primer calle que veo, y en la azotea de una casa un hombre me grita para que me esconda ahí, entro asustado. Siento una vibra rara en esa casa, trato de salir, pero la puerta se ha cerrado. Subo a donde está el hombre, con la idea de saltar, veo un cable y me deslizo por él, y caigo a la calle. El hombre grita enojado. Y me río sarcásticamente.
Despierto, y estoy en mi cama riéndome, pero comienzo a soñar de nuevo:
- Puedo hacer lo que quiera.
Cambio el escenario y ahora me encuentro en una universidad desierta. Vuelo, se me dificulta al principio, pero hago un gran esfuerzo mental y me levanto como a un metro del suelo. Vuelo más rápido, y hasta puedo hacer acrobacias en el aire. Pero no dejo de hacer un enorme esfuerzo de concentración.
De repente el escenario vuelve a cambiar, pero esta vez sin que yo lo desee, y ahora es casi de noche y estoy en alguna escuela primaria de mi infancia. Mi cuerpo ha cambiado, y ahora tengo el cuerpo de un niño de ocho años. Aún puedo volar. Una maestra me sorprende volando, y me grita para que me detenga, y pierdo conciencia de estar soñando, dejo de volar, corro y brinco la malla metálica, hacia la calle, doy vuelta a la derecha en la primer calle que veo, y en la azotea de una casa un hombre me grita para que me esconda ahí, entro asustado. Siento una vibra rara en esa casa, trato de salir, pero la puerta se ha cerrado. Subo a donde está el hombre, con la idea de saltar, veo un cable y me deslizo por él, y caigo a la calle. El hombre grita enojado. Y me río sarcásticamente.
Despierto, y estoy en mi cama riéndome, pero comienzo a soñar de nuevo:
Estoy en el Metro de la Ciudad de México buscando salir, la estación es muy parecida a las de la Línea 7, con interminables escaleras en la profundidad de la tierra, como a veinte o treinta metros. Comienzo a desesperarme por el largo ascenso, y cuando me falta poco para salir, comienzan a desfilar adolescentes vestidos de terciopelo negro subiendo y bajando, flotando sobre los escalones...
No hay comentarios:
Publicar un comentario